Graciosa Paradoja

Graciosa paradoja me ha jugado la vida,
bajo el efecto de un vodka, un whisky y tequila,
ha metido en mi mente una amante divina,
de ojos bellos y cabellos rizados como Afrodita.
 
Quién diría que tal fiesta no ofrecida a mi persona,
crearía un campo de guerras amorosas;
yo por ella, miles igual, siempre todos tras lo mismo,
yo sin rifle, mas armado, con el verbo de mi brío.
 
Oh dulzura tú que danzas con el ritmo de la música,
que te mueves con las luces, los bajos y las ondas,
que hechizas a los hombres con el baile de tus olas;
me atraes embrujado al mundo de los sueños,
el reino al que anexas mi esencia y deseos.
 
Caliente se halla mi alma temeraria,
que quema y abrasa mi cuerpo en tensión:
he perdido el miedo y las ideas vanas,
sucumbo ante el sentimiento,
me acerco a la reina que baila.
 
Tus ojos me hacen obrar según tus ganas,
bailamos rozando los cuerpos, las estancias,
las barcas de los anhelos que se desnudan con el tacto,
nos adueñamos del otro, inmersos, sin palabras.
 
Cerca del clímax del track que resuena,
el calor nos induce poco a poco hacia algo más:
la atracción, la pasión, el apetito insaciable,
el temor al final nos incita a besarnos.
 
La pista mengua y el silencio nos arropa,
nos descubrimos rodeados por un tumulto de personas,
nos miramos de nuevo, ya sin música ahora,
para descubrir que nos gustamos para probar otra ronda.

Biografía del Autor

Cristian Román Dickson Morales. Abogado especialista en derecho societario y organizaciones sin fines de lucro; Magíster en Propiedad Intelectual y Nuevas Tecnologías, por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Publicó «La Era Escarlata» en el 2011 y «A la Luz de las Sombras» en el 2016.

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