Atrevimiento

Si tú mujer me dijeras que ahora,
te provoca bailar sobre mis muslos de poeta,
diría mil veces que sí a tal magnífica oferta,
esperando que la luna te hechice y te vuelva loca,
que te haga desear algo más que mis besos en tu boca.

Sobre mí precipitas tus cabellos cobrizos,
con dulzura sensual mueves tus caderas,
sentado sobre la silla está mi corazón encadenado,
ahorcada está mi voluntad sobre las lomas de tu hacienda.

Supongamos que no supiera darte un beso,
y que no entendiera nada de seducción,
haría cómplice al viento para que te alce la falda,
para que deje expuesta tu flor escarlata.

Si en respuesta me bofeteas por ser atrevido,
te devolvería con caricias sagaces,
dulces como un pensamiento claro,
para que justifiquen mi naturaleza salvaje,
el X y el Y de mi genoma humano.

Detente, solo detente,
sobre el terreno prolífico del que crece la palma,
los días claros, el canto del gallo,
el merengue tocado por pericos ripiados.
Aquí corre y salta sobre mí sin reglas,
muchos sitios hay, aquí en la llanura del mar azulado.

De baladas eres más con bachatas me tocas,
vibras sobre mí y me provocas las ganas:
el temblor entre las piernas, el corazón en el pecho,
y yo me muero por sembrar el divino valle entre tus picos de cal.

No silencies la hermosura del tiempo que sucede sobre las brumas de nuestras vidas,
y no abandones el momento en el que pierdo la decencia y actúo como animal,
el intervalo ideal para un atrevimiento de amor,
para un segundo sin rodeos en el juego de la existencia.
No perdamos la ocasión, atrevámonos y escapemos juntos los dos.

Lirio de plata

Lirio de plata resplandeces,
solitario sobre las aguas del Yuna bajo el gran pico,
me tientas a robarte, me incitas los sueños,
fina elegancia embelleces el río.

Las ciguas palmeras te rodean y te toman,
magnífica estrella eres esparcida por el caudal deshojada,
tus pétalos son semillas de lirios incontables,
tu diáfana aura habita en ellos inmortal.

La lluvia cae sobre tus hijos y perece el silencio,
los cantos de aves vuelan en el mar de la atmósfera:
la luz crece, la sombra cesa,
lirio de plata hechizas mi corazón.

¡Oh amada mía!, ¡qué beata eres!,
la brisa del este te viste vigorosa,
las aguas no resisten, intentan tragarte,
yaces en mis manos salvada por mi amor.

Besarte me basta antes de tu partida,
tú deseas poblar todas las tierras de mi isla:
desde el este al oeste, del norte al sur.
Te digo adiós mi lirio de plata,
¡flor de Quisqueya!, ¡radiante luz!

Vendiendo las estrellas

Yo soy un humilde carpintero, al que lo han buscado para construir un sueño. Me dijeron: «Quiero que me hagas una torre  que suba a las estr...