LLuvia

Llueve, y así mismo duele,
ese momento en que termina una historia.
Y, aunque quieras que se alargue,
más rápido se acorta hasta que al fin se termina.

Llueve, y así mismo corre,
el diluvio de pensamientos 
que atesora el pasado.
Una memoria que no florecerá.

Llueve, y así mismo fecunda,
la tierra del deseo de un mejor mañana,
pues donde queda el adiós
siempre inicia un comienzo.

Vendiendo las estrellas

Yo soy un humilde carpintero, al que lo han buscado para construir un sueño. Me dijeron: «Quiero que me hagas una torre  que suba a las estr...