Florece mujer

Dime mujer qué sientes ahora,
cuéntame qué vives en tu interior;
toma la palabra, úsala y ora,
por el odio y los miedos que te causa el amor.
 
Tus ojos son ventanas al mundo del que escapas,
tu suspiro es el verso de la triste desilusión:
¡oh mujer!, ¡qué honda es tu pena!,
¡rompe las cadenas el día de hoy!
 
Tú doncella de gracia robada,
confía en el amor, de nuevo sin creer,
que su presencia en tu alma cegará tu mirada,
haciéndote entregarte a un indigno otra vez.
 
Mujer escéptica de ojos sin brillo,
que están opacados por la ira e indignación,
ten fe en mis palabras, pues sé lo que digo,
la experiencia te ha dado sabiduría y precaución.
 
Si el recuerdo de ése ataca tu mente,
repréndelo hasta que no hable más:
no añores momentos del turbio pasado,
escoge el ahora, no mires atrás.
 
Belleza que yaces marchita,
Florece y vuelve a caminar. 

Un recuerdo destrozado

De nada me vale la memoria de tus labios,
no late el corazón que una vez palpitó,
ya no funciona el amor que inspirabas:
que el fuego y el viento borren tus marcas.
 
Foto temible, retrato maligno sostiene mi mano;
el recuerdo de la pasión, la desbordante confianza,
los gemidos, el sudor:
todo retumba, pronto morirá.
 
La fogata brama, la noche huye,
no hay límites para la nostalgia,
para la añoranza que envenena,
para el recuerdo que no se apaga.
 
Una última mirada, un suspiro,
y las llamas queman el cuadro perturbador:
yo quedo en el piso, tendido en vilo,
soñando la vida sin tu cariño,
y me esmero, cómo me esmero,
en desear a alguien que reescriba lo vivido.

Vendiendo las estrellas

Yo soy un humilde carpintero, al que lo han buscado para construir un sueño. Me dijeron: «Quiero que me hagas una torre  que suba a las estr...