Noche

Esta noche, entre las sombras, las estrellas deslumbran.
Este día que perece se perfuma con tu ardor;
esta jornada que culmina celebra la hermosura,
de aquellos besos que nos dimos esa noche de amor.
 
Allá afuera en el campo resuena la estela,
del cantar de las voces de los amos del amar;
aquí dentro como un trueno se escucha tu ausencia,
la que aviva tu recuerdo en esta afable soledad.
 
Como un fuego que renueva, eres tú amada mía,
como brisa de invierno, te escurres dando paz:
tú eres mi principio, tú eres mi salida,
tú eres mi auxilio, en el laberinto de la vida.
 
En el mar de las sombras que cubren la alegría,
tú eres navegante que me ayuda en pos,
de que juntos encontremos los tesoros de la vida,
de los sueños y la muerte, de la fe y sabiduría.
 
Bosque oscuro es el mundo, carente de sonrisas,
por la guerra y la muerte, la tristeza y el dolor;
sin embargo, eres luz, un gran sol que ilumina,
que atrae para consigo la magia de la vida.
 
Esta noche, entre las sombras, los astros tiritan.
Este instante yo te sueño, a mi lado, estrella mía.

Te necesito

Mujer eres sol en mi vida de andanzas,
palmera y oasis en el desierto mortal,
luz que alimenta el árbol que es mi alma,
aroma de rosas que perfuma mi estancia.
 
Dama mía eres fuego que renueva las vías,
del amor que en mi espíritu se hallaba vedado;
tantas locas probé buscándote en la vida,
quise engañarme para no amarte,
y comprendo que he errado.
 
Oh sensual musa, que como el viento te escapas,
de los gastados modelos de mujeres sin pasión;
más que todo tú eres un tornado en llamas,
yo sin ti soy fuego, junto a ti, un volcán que estalla.
 
Ángel mío, te preciso en mis noches oscuras,
a mi lado te deseo en mis días de paz,
junto a mí te anhelo en mis viajes y luchas,
luna mía ansío que ilumines mi ruta.
 
Mujer que la vida me presenta segura,
te necesito a mi lado en mis noches oscuras.

Amarte

Amarte es el juego, dulce locura,
de guardar en mi mente el recuerdo perpetuo,
de la última vez que enlazamos nuestros cuerpos,
mientras entre las sombras espero tu regreso.
 
Cuando arribas destrozas el control de mi mente,
un tornado ciertamente eres tú mi corazón;
con tu canto y tu sonrisa como luz sometes,
las sombras de la noche que sobre mí se ciernen.
 
Cual brisa te presentas en mi vida, oh mi amada,
refrescando con tu aire mi esencia y soledad:
mis pulmones no respiran otro aire que no sea éste,
la presencia de tu belleza que viene del este.
 
Enredados como serpientes no hallamos en las noches,
entregándonos y amándonos en atmósfera crepuscular:
la luna menguante nos avisa la hora,
el tiempo de tu partida para volver a aparentar.
 
Así ha sucedido en esta noche fría,
te he amado y me has besado hasta hacerme suspirar,
hemos rodado por el lecho, desnudos, con alegría,
de tenernos nuevamente antes de disimular.
 
En un motel hemos cumplido,
tras bebernos el bar de al lado,
y nos hundimos en nuestro amor como grandes naufragios;
ardimos perdidos, como llamas en el vacío,
anclando en las profundidades del mar de lo vivido.
 
No deseo que te marches este grato día,
mas comprendo que has de hacerlo,
es el juego del amor;
pero me duele, ¡cómo me duele!,
al saber en el alma mía,
que lo amas a él también,
a pesar de estos días.

Me provocas

Contemplarte me provoca besarte la boca,
tenerte en mis brazos, no dejarte sola;
atar a mi pecho tu amor de rosas,
tu luz de lucero, tu canto de ópera.
 
Mirarte a los ojos me da el sentimiento,
de que me hallo perdido si no te tengo;
amarte me libra de ese flagelo,
aunque la vida sea corta como un sueño.
 
Dormir en tu pecho me genera en exceso,
el sentir de que me encuentro seguro en tu puerto;
la creencia de que todo es simplemente perfecto,
cuando irradias tu luz sobre este cuerpo.
 
Idearte me libra del miedo nocturno,
de la soledad que me acompaña;
me sirve de aliento en la dura faena,
en el trabajo y las batallas.
 
Enamorarte me colma de grata locura,
de una gracia que el mundo no puede dar,
de una paz que estremece mi alma por horas,
de una fe incalculable que nadie herirá:
que es saber que en tus manos reposa mi alma,
y en las mías descansa, la tuya por igual.

Habitación 412

Doblando la esquina de izquierda a derecha,
se alza un motel de gran acepción;
subiendo sus pisos, en la cuarta te espera,
la recámara perfecta, la cámara del amor.
 
Grabado en su puerta de roble macizo,
se halla el número de la habitación,
un cuatro y un doce se unen seguidos:
412 es el salón.
 
La sala que anida una extensa cama,
que luce cortinas de seda imperial,
que brilla ostentosa por su grata fama,
te invita gustosa a entrar y probar.
 
En ella los hombres han dejado su historia,
sus odios y amores en el lecho real;
parejas sexistas, amateurs y locas,
han dejado su insignia en la alcoba especial.
 
De día el cuarto se limpia y se arregla,
en la noche empieza su dulce función;
no hay reparo en el gusto, allí todos entran,
la única ley es la pasión.
 
Los dúos más vivos a ella ingresan,
seguidos de otras especias y más,
a veces los gritos y gemidos alertan,
a todos aquellos cercanos al lugar.
 
Sabido es por todos que al arder el deseo,
412 será la que resolverá,
por qué no te detienes y pruebas con éxito,
la magia que posee la suite ideal:
412 te complacerá.

911

Cuando te sientas sola en tu casa vacía,
cuando el miedo ataque tu fuerte control,
toma el teléfono, marca en seguida,
el número mío que es salvación.
 
Como en el 911 serás asistida,
escuchada y oída con precaución,
a través del teléfono serás asistida,
entretanto mi vida, llego a tu mansión.
 
Mi amor, que tus penas no sean problemas,
que tu falta de afecto no afecte tu obrar,
que la espera no deje tu alma serena,
sumida en tornados de confuso pesar.
 
Ve corriendo y espérame con puertas abiertas,
ven infórmame del caso que es que se da,
dame datos precisos del mal que te aqueja:
tu 911 querido acaba de arribar.
 
Con mi roce y mi beso calmaré tu dolencia,
con mi verso perfecto, tu honda soledad,
con mi humilde cuerpo saciaré tus apetencias,
de estudiar en silencio un amante especial.
 
Siempre que necesites en tu vida completa,
un hombre sincero que colme tu faz,
un señor que proteja tu casa y tu tierra,
un amigo y amante que te haga vibrar,
no dudes en vilo tomar el teléfono,
y segura de ti ágilmente marcar,
el número mío que es predilecto,
tu 911 que te auxiliará.

Viva el deseo, las mujeres y la vida

¡Viva el deseo, las mujeres y la vida!,
triada perfecta para un hombre de valor,
intrépido aventurero que busca travesías,
que anda por el mundo en búsqueda del amor.
 
Si se habla del deseo que motiva las partidas,
las llegadas y venidas de un humano emprendedor,
es debido y apropiado resaltar con alegría,
que el anhelo y la codicia son motores del corazón.
 
Las mujeres, como reinas, siempre andan por el mundo,
seduciendo y rechazando a quién aman y a quién no;
sin embargo sus talentos les conceden el indulto,
de ser dueñas insensibles a los juicios de control.
 
Mas la vida siempre viva nos controla la alegría,
regalando y renegando el éxito de hoy,
manteniendo siempre a prueba a los hombres de sí misma,
marionetas que motiva a alcanzar su afición.
 
¡Viva el deseo, las mujeres y la vida!,
triada perfecta para un hombre de valor,
intrépido aventurero que busca travesías,
que anda por el mundo en búsqueda del amor,
de un nuevo anhelo, una nueva oportunidad,
que le permita en todo momento crecer un poco más.

Mírame

Mírame, mantén tu mirada fija en mis ojos;
entra en mi alma, recorre mi cuerpo,
sé tú mi amada, rompe el silencio.
 
Obsérvame, regala a mi vida tu claro destello;
irradia mi senda, abre el sendero,
del amor que hace tiempo se encontraba muerto.
 
Examíname, devórame entero según tus anhelos;
roba mis ansias, toma mis versos,
dame tu aliento, envuelve el tiempo.
 
Mírame llano y rendido en tus mares,
dame tu mano y permíteme amarte.

Hazme tuyo

Tómame, no dudes en domarme,
en robar de mi cuerpo el aliento jadeante,
la voz temblorosa, la mirada sagaz.
 
Recórreme, transita cada camino que dibuje mi pecho;
llega a mi abdomen, bésalo y luego,
sube a mi boca y repite el proceso.
 
Mírame, ahoga mis miedos en tus ojos eternos;
de luz oscilante y energía vibrante,
de aire sagrado y fuego perpetuo.
 
Móntame, cabalga sentada sobre mis sentimientos;
suspira gloriosa frenando el tiempo,
doblega mi brío con tu risa de ensueño.
 
Quémame, consume mis tierras ansiosas de amarte;
besa mis labios, bésalos y muérdelos,
juega conmigo y que el juego no acabe.
 
Hazme tuyo esta noche y no pares,
hazme tuyo y no dejes que escape. 

Vendiendo las estrellas

Yo soy un humilde carpintero, al que lo han buscado para construir un sueño. Me dijeron: «Quiero que me hagas una torre  que suba a las estr...