Lejanía

Mi espíritu siente tu luz potente y sencilla,
seráfica joven de andanzas delicadas,
me corrompes con atmósfera crepuscular,
llenando de magia las sendas de mi vida,
dominando con cronoquinesis las horas del espacio.

Agonía me llena cuando nos hacemos distantes,
y el dolor de la lejanía no me deja ver la luna o el sol;
complejo es el juego del amor, s
ecreto es el plan de la existencia.

En el horizonte tu silueta se dibuja de diamante,
y el terreno entre nosotros se reduce a nada:
el sudor brota, como arroyos imparables,
tiemblan nuestras manos,
todo cuanto forma la morada del ánimo.

Surge el magnetismo y nos acercamos sensuales,
nuestras miradas queman como fuego de los astros,
y un beso nos arranca, el respiro anhelante,
ahogándonos en el silencio como los únicos habitantes,
como aquellos que se aman cercanos y distantes.

No hay comentarios:

Vendiendo las estrellas

Yo soy un humilde carpintero, al que lo han buscado para construir un sueño. Me dijeron: «Quiero que me hagas una torre  que suba a las estr...