Estar contigo

Rozas tus manos por mi rostro,
por el pecho trigueño en el que late un corazón.
Tus cabellos castaños caen,
llueven al vacío mientras el silencio muere,
y los pasos del tiempo se detienen en el espacio inmortal.

Rozamos los rostros mejilla con mejilla,
la tuya suave, la mía barbuda,
nos respiramos al oído con paz, en contemplación,
aguardando el próximo movimiento de nuestros carnales cuerpos.

Mis manos tocan tus caderas,
te abrazas a mí en espera,
 el líquido desciende de la bóveda celeste,
reímos como tontos,
encontrando las miradas cargadas de furor.

Nos erizamos completos,
el escalofrío llega hasta nuestros labios rosados;
los tocamos con un dedo,
y sudorosas nuestras manos mojan nuestras ropas mundanas;
calor asfixiante, roce de pechos, es una locura el momento vivido.

Caemos al suelo con las piernas enredadas,
nos miramos solos en el medio de la tierra;
temo, cuánto temo,
perderte mi amor en las sendas del mundo.

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