Escapo de tus manos

Tus manos no pueden atarme,
mariposa adorada hoy me aparto de ti,
mi marcha solo deja memorias gastadas,
dolor inefable, magno sufrir.

Me observas de lejos doliente y solitaria,
no actúas torturada por el horrendo saber,
de que mi voz no sonará nunca más en tu casa,
de que mi ser no volverá a caminar por allí.

Por mar me dirijo a la tierra del olvido,
adiós mi amada, me es tormentoso decir,
que siempre yo supe de mi vil enemigo,
tu fiel amigo al que diste tu lis.

De ahora en adelante andaré entre amapolas,
entre rosas y lirios de estima mayor,
seré su señor y tú estarás sola,
lo siento querida, tu juego falló.

Ni Gea ni Rea podrán hacer nada,
ni Zeus ni Atena cambiarán mi decisión,
ni Eros ni Afrodita avivarán en mi alma,
el altar profanado con tu sucia traición.

Lo siento mi amada, lo siento mi amada,
tu anhelo irreal jamás se dará,
mejor sal corriendo a rogar bien hincada,
a que Dios te perdone tu erróneo obrar.

Tu abrazo no puede atarme,
escapo de tus manos y vuelvo a comenzar.

No hay comentarios:

Vendiendo las estrellas

Yo soy un humilde carpintero, al que lo han buscado para construir un sueño. Me dijeron: «Quiero que me hagas una torre  que suba a las estr...